Paula García Tenorio

Esta entrada ha sido amablemente escrita por Paula García Tenorio.

Desde “el corazón de una escuchante”,  y una vez finalizado hace tan solo unos días el Taller (“El secreto de la PersuaCCión: cómo dejar huella al hablar en público”) sólo me salen palabras de agradecimiento. Puede sonar cómplice, qué le voy a hacer. Pero Marcelo, siempre positivo, cuanto menos conmovedor y realista, ha hecho que en sólo quince horas parte de la autoestima perdida en mi  faceta “persuasiva”  vuelva a encontrarse con la realidad. Al menos, mi realidad.

Con media hora de antelación y con los nervios a flor de piel, fui a la cafetería del Hospital a comprar una botella de agua. Mi cabeza, a punto de estallar, no podía dejar de repetir una y otra vez…. ”¡A ver si me obligan a hablar tanto que necesito disimular mis nervios bebiendo, aunque sea agua! El profesor, un fenómeno: seguro. Los compañeros, unos portentos. Yo no sé qué pinto aquí, sufriendo como estoy, y rezando para que las secuelas de esa intervención reciente de mi tumor cerebral que me decapitó en determinados momentos y situaciones las palabras, no se note demasiado”.

Con mi botella en el bolso y a falta de quince minutos para que el Taller empezara, me dirigí al Salón de Actos. Muchos compañeros aún no habían llegado. ¡Mejor! Así podía escoger un asiento desde donde poder ver el paseo nupcial de mis colegas y hacer mi particular composición de lugar. A las 16:00 horas, me dije. “¡Me parece que aquí hay mucho nivel. Pero ahora tengo que aguantar el tipo como buenamente pueda y me deje mi cabeza!”.

Los nervios y la tensión empezaron a dar paso a la expectación por lo que Marcelo contaba y por cómo lo hacía. Solo participativa cuando así me requería, sus palabras y la manera que tenía de expresarse, me enganchaba; su buen hacer y claridad, su convicción y su manera de conducir el taller, siempre correcto y a la vez distendido. ¡Qué seguridad transmitía! Y es que esa actitud me estaba ayudando a empezar a disfrutar (hablo en primera persona, aunque me consta que podría hacerlo extensivo al resto de mis compañeros). ¡Yo de mayor quiero ser así cuando tenga que hablar en público! Eso le repetía a mi cabeza con ironía.

El problema volvió a aparecer cuando tuvimos que hacer nuestra primera pequeña y simple aportación pública. Consciente de que no debía hacerlo (nunca antes se me había ocurrido) pero sin poderlo evitar, reflejé verbalmente  a los asistentes lo nerviosa que me encontraba. Era una manera de disculparme ante todos si me salía mal. Notaba el temblor de mis palabras, se me empezaba a olvidar lo que tenía que decir. Bloqueada y ausente. Así es cómo me sentía. ¿Pero qué tontería? Si al fin y al cabo estaba aprendiendo, no iba a suspender por no hacerlo bien, no me jugaba la vida… no pasaba nada. Solo tenía que seguir trabajando, disfrutar y hacer frente a mi inevitable encarcelamiento verbal.

A diferencia de otros compañeros que se deshicieron en halagos hacia Marcelo tras sus primeras cinco horas de intervención, yo no me atreví. Pensé que mi osadía al hacerlo público podría molestarle o que tal vez me tomara esa iniciativa como la intervención de una  “alumna pelota”. Solo por eso, no lo hice. Me planteé escribirle un e-mail al llegar a casa para no ser menos que el grupo (… ¡qué gracia!…) y dejarle constancia de que yo también era de la misma opinión que ellos. Quería explicarle cómo me había hecho sentir durante su intervención, cómo esa misma noche me había desvelado en varias ocasiones pensando en la ilusión con la que afrontaba el segundo día y con los “nervios buenos” con los que me había marchado del primero. Pero tampoco lo hice. Al fin y al cabo, ¿por qué decir algo de lo que él mismo estaba siendo plenamente consciente? Yo no tenía la menor duda de que Marcelo sabía que el Taller había comenzado como terminó: con éxito.

Pasaron las horas. ¡Qué pena! Cada día queda menos. Esos “nervios malos” que se instalaron vacilantes al comienzo en mi estómago, en mi garganta y en mis pensamientos se estaban convirtiendo en “nervios buenos”, esos que trasmiten satisfacción, positivismo, esfuerzo y éxito.

Ante la atenta mirada de Marcelo y frente a mis aliados (en ese momento ya no sólo compañeros), llegó el turno de mi última intervención pública en este Taller. Tenía que hacerlo bien. Dejé a un lado casi todos los “nervios malos”.  Casi todos, porque mi secuelas podían aparecer en cualquier momento sin previo aviso. No dejé a un lado la tensión intrínseca del momento y del querer hacer las cosas bien para poner en práctica todo lo que había aprendido hasta ese momento. Pero, podía hacerlo. No había duda. Necesitaba sentir la satisfacción de haberlo conseguido venciendo los miedos de la perfección, como cuando competía y sólo un buen registro en el cronómetro me hacía pensar que todo el esfuerzo diario de superación había merecido la pena.

El cronómetro de un nuevo aprendizaje se puso en marcha al finalizar el Taller.

Gracias por tu profesionalidad.

Paula García Tenorio.

Dirección Xeral de innovación e Xestión da Saúde Pública.

Consellería de Sanidade.

Aprovechando este artículo, tan brillante y emocional de Paula, la semana que viene publicaré algunas reflexiones sobre la comunicación que creo que vienen muy al caso. Muchas gracias Paula.

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Thinking Heads Agency, es una organización que tiene entre su catálogo de algo más de 300 representados a 21 Premios Nobel, 13 ex-presidentes (entre ellos Mijail Gorbachov y Lech Walesa), 5 Premios Principe de Asturias y a algunos de los más reconocidos líderes de opinión, intelectuales y empresarios del momento. Marcelo Castelo es representado, tanto en su faceta de autor como en la de conferenciante, por Thinking Heads. Ficha en Thinking Heads http://www.thinkingheads.com/es/conferenciante/marcelo-castelo/.

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Showing 6 comments
  • Chris Mira

    Yo fuí al curso con la autoestima por los suelos y salí como la «Mujer Maravilla». Fue hace meses y aún me dura el subidón y cuando estoy de bajón revivo el curso y ya estoy nuevamente mejor. Sin duda en mí ha habido un «antes y un después». Gracias. Chris.

    • mcastelor

      Chris, tú ya eras la «Mujer Maravilla» antes de ir al taller. Lo único que pasaba es que tenías un poco de amnesia, nada más. Gracias a ti.

  • Gra

    Hola a tod@s, commovedor y bello el relato, Paula. Hay algo me ha quedado grabado sobremanera en el curso «Presentaciones con Impacto» que me impartió Marcelo, y es que tendemos a recordar los mejores cursos, talleres, charlas que nos han impactado, por supuesto ése está en mi mente prácticamente a diario, personal y laboralmente. Ha dejado huella, es asombroso ver que meses después la gente que hicimo tal taller, cuando nos vemos no sólo nos saludamos, hablamos de algo más…Gracias, Marcelo.

    • mcastelor

      Efectivamente Graciela, es asombroso ver que cuando nos atrevemos a hablar con algo más que con la boca, siempre hay cosas interesantes que compartir. Gracias y un besote.

    • Paula

      ¡GRACIAS por la parte que me toca!
      Tienes toda la razón en lo que dices. Personalmente me gustaría participar en el resto de talleres que imparte e incluso repetir éste. Siempre y especialmente en dinámicas de trabajo como la que presenta Marcelo, se aprenden muchísimas cosas nuevas tanto de lo que él presenta, aunque conozcamos la estructura de su intervención, como de los propios compañeros, cada cual con sus particularidades, sus miedos y sus experiencias
      GRACIAS de nuevo

      • mcastelor

        ¡Puuufff! al final me vais a sonrojar.
        ¡De repetir nada! Has aprobado, y con muy buena nota, por lo que tenemos que pasar al siguiente nivel. Gracias Paula.

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